La historia de Moisés.

La historia de la Libertad.

Segunda Parte.

La obra cumbre de Cecil B. De Mille

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Continuación

Cuando Moisés se ha marchado, Ramsés decide provocar él mismo una plaga que solo afecte a los hebreos y ordena que el primogénito de cada casa de Israel debe morir empezando por el hijo de Moisés. Nefertari que lo ha oído va rápidamente a casa de Moisés donde se encuentra a Séphora y a su hijo que se halla durmiendo. Las dos mujeres hablan de Moisés, de que las tiene olvidadas y Séphora le dice a Nefertari: "Tú lo perdiste cuando fue en busca de su Dios y yo lo perdí cuando lo encontró.". Séphora y su hijo se van en una caravana preparada por Nefertari y poco después llega Moisés a su casa observando un objeto de Nefertari encima de una mesa y cuando ésta le explica el edicto de Ramsés, Moisés exclama: "¡Oh Dios!, ¡Mi Dios!, que de sus propios labios haya tenido que salir tu sentencia. No es mi hijo quien va a morir, sino los primogénitos de Egipto. Es tu propio hijo Nefertari.". Pero la reina de Egipto se va creyendo que Moisés no permitirá que muera su hijo, pero Moisés le dice que él no es nada por si mismo y que a la media noche la muerte entrará en Egipto y morirán todos los primogénitos empezando por el hijo del Faraón. La reina se va diciendo: "Tu amor por mi es más fuerte que el poder de cualquier Dios".

Por la noche, Josué va señalando con sangre de cordero los dinteles de las puertas de las casas hebreas para que la muerte no entre en ellas y señala el dintel de la casa de Dathan para salvar la vida de Lilia que es primogénita.

Moisés se halla en su casa con toda su familia, comiendo el pan ácimo que simboliza la amargura del pueblo hebreo en la esclavitud. Se oyen gritos de muerte por doquier. La princesa Bithia y su escolta piden asilo en la casa de Moisés y todos son bien acogidos. Josué entra en la casa diciéndoles que si no hubiera prohibido el Señor mirar a la muerte, ahora la verían porque está pasando por allí.

Ramsés se halla con su corte en una de las terrazas del palacio y está ordenando que se unan sus ejércitos para comenzar la plaga de la muerte de los hebreos, pero la niebla verde que ha bajado del cielo y está recorriendo las calles de Egipto, se acerca a palacio y subiendo hasta la terraza elimina al hijo del Jefe de los Ejércitos que cae al suelo y antes de morir le dice a Ramsés que si no deja libre a los esclavos todos morirán. Ramsés se acuerda de su hijo y va a sus habitaciones encontrando en ella a su esposa que le dice que por su culpa Moisés ha invertido el efecto de la plaga y ahora los que van a morir serán los primogénitos egipcios. Le explica que ha estado en su casa y que no le ha hecho el menor caso. El sumo sacerdote y médico se halla impotente y no puede salvar la vida del hijo del Faraón.

Moisés es llamado a la corte donde se halla solo Ramsés que le dice: "Has triunfado Moisés. El pie de un esclavo logra aplastar a Egipto. Fuiste salvado del Nilo para ser mi maldición, tu sombra se interpuso entre mi padre y yo, entre yo y mi propia fama y también entre mi reina y yo. Tu sombra colma ahora todos esos hechos con la muerte. Idos de entre nosotros tú y tu pueblo, os dejo libres.". Moisés le contesta: "No creas que son tus poderes, ni que es mi mano, la que nos hace libres. Nos ha libertado el poder de Dios.". Moisés se va y Nefertari entre con su hijo muerto en sus brazos. Ramsés lo coge y lo pone a los pies de uno de sus dioses de piedra, el Dios de las Tinieblas, pidiendo que le restaure la vida de su hijo, pero nada pasa.

EL EXODO

Al día siguiente, todo el pueblo de Israel se halla reunido en la avenida de las Esfinges, a la salida de la ciudad que ellos mismos construyeron y entre medio del son de las trompetas Moisés exclama: "Despierta pueblo de Israel, contempla el amanecer de tu libertad." y en el mundo nacía la libertad.

Los egipcios llegan a la casa de Dathan expulsándolo y Dathan asombrado ve y se da cuenta de que Josué había puesto la noche anterior las señales de sangre de cordero en su casa. Multiples escenas, tienen lugar entre la multitud de miles de personas que salen con sus propiedades, arrastrando carros con todas sus pertenencias. Josué que organiza la salida y coloca personas con estandartes para guiar a las diferentes tribus, cuando ve a Dathan montado en su carro se acerca y lo hecha de él poniendo en su lugar a Lilia y a una anciana y Dathan se acerca al Jefe de los ejércitos egipcios que está contemplando la salida y le dice que cuando los hebreos estén derrotados por la sed en el desierto, él los devolverá a Egipto y construirán ladrillos.

Moisés, al hallarase sólo frente a tan inmensa multitud que ha llegado del este, del oeste, del norte y del sur, exclama: "Son muchos Señor, son muchos. ¿Cómo hallaré tu camino a través de tan basta soledad, Señor? ¿Cómo podré encontrar agua en el desierto para tal multitud?.". Pero Moisés se dirige a las masas y entre el toque de las trompetas de los dirigentes, les dice: "Escucha Oh Israel, no olvides nunca este glorioso día en que la mano del Señor todopoderoso, te arrancó de las garras de la esclavitud.", y toda la multitud contesta a Moisés exclamando: "El Señor es nuestro Dios, no hay más Dios que el Señor.", "El Señor es nuestro Dios, no hay más Dios que el Señor.", "¡Adelante!.". Y comienza la salida de Egipto, repartiendo el botín, pequeños becerros de oro y todo tipo de joyas entre los más pobres.

Ramses y Nerftari

Pero el corazón del Faraón se enfrió y Nefertari, su esposa, continua burlándose de él hasta que Ramsés decide llamar a todos los ejércitos para salir a aniquilar a los esclavos. Los ayudantes visten a Ramsés con su armadura de guerra y es la propia Nefertari la que le entrega la espada y le pide que la traiga manchada con la sangre de Moisés a lo que Ramsés le contesta: "La traeré para mezclarla con la tuya."

Carga de Ramsés A las puertas de la ciudad, donde antes estuvieron todos los hebreos en su salida hacia el desierto, se hallan ahora largas hileras de carros de guerra que con Ramsés y su conductor a la cabeza, inician la marcha por el desierto para capturar de nuevo a los hebreos.

Josué y Hur Ben Caleb están de guardia y oyen como si hubiera truenos, pero el cielo está despejado. Entonces al fondo ven una gran polvareda hasta que distinguen los carros del Faráon. Enseguida acuden al campamento donde se halla Moisés, a orillas del Mar Rojo, para avisarles. Dathan intenta hablar a las gentes para que se rindan, pero Moisés exclama: "Ordena a los hombres que vuelvan Josué. "¿Volver? ¿Para caer en el mar?" dice Dathan, pero Moisés le contesta: "Para caer en manos de Dios".

Ramsés desde su carro que se halla junto con el resto de su ejército sobre un montículo desde donde se ve la bahía junto al mar Rojo donde se hallan los hebreos, le dice sonriente al Jefe de su ejército: "El dios de Moisés es un pobre general. No ha previsto la retirada."

Moisés se halla en una roca prominente sobre las aguas del mar Rojo rodeado de su gente que al ver los carros del Faraón ya están perdiendo la fe y les dice: "Diez veces habéis presenciado los milagros del Señor y todavía no habéis conseguido tener fe."

Dathan le contesta: "Es un falso profeta que va a llevarnos a la muerte." Y las masas gritan "Lapidadlo, lapidadlo.", pero Miriam se acerca a los pies de Moisés y le dice a la multitud: "Escuchad a Moisés. Dios habla por su voca."

Los carros egipcios emprenden la carrera para descender hasta donde se hallan los hebreos y Bithia quiere interponerse pensando que se detendrán ante ella pero Hur Ben Caleb le dice que una carga guerrera no reconoce estirpes, y Dathan sigue instigando al pueblo diciéndoles: "¿No había suficientes tumbas en Egipto que has tenido que traernos a morir en el desierto?"

Pero Moisés le contesta: "No temáis, quedaros donde estáis y contemplad la salvación que nos envía el Señor.". En ese momento aparece una altísima columna de fuego que desciende desde el cielo cerrando el paso a los egipcios. Ramsés da la orden de pasar pero el Jefe de su ejército le dice: "No gran señor, no podemos cruzar el fuego de Dios".

Mientras tanto, Moisés se sigue dirigiendo a su pueblo diciéndoles: "Coged vuestras camillas y vuestros rebaños, debemos seguir inmediatamente." y Dathan como de costumbre le contesta: "¿A dónde?, ¿A ahogarnos en el mar?. ¿Cuánto durará el fuego para que se retire el Faraón?. Y Moisés le responde: "Pasado este día, no volveréis a ver los carros del Faraón jamás." "No, porque moriréis debajo de ellos" -exclama Dathan.

MOISES ABRE LOS BRAZOS

Pero Moisés levanta los brazos hacia el cielo vuelto hacia las aguas del mar Rojo y dice con poderosa y emocionada voz: "El Señor nuestro Dios librará la batalla por nosotros. Admirad el inmenso poder del Señor;" y las nubes del cielo se concentran como movidas por un enorme viento que introduciéndose en las aguas hace que éstas se separen formando un camino de terreno seco entre murallas gigantes de agua. Un niño le dice a su abuelo: "Se abre el mar, abuelo. ¿Qué es eso?." Y el abuelo le responde a su nieto: "Dios separa las aguas con la fuerza poderosa de su aliento". Dathan y todos los hebreos en general están mirando asombrados lo que ocurre y Moisés le dice a Josué: "Condúcelos por en medio de las aguas." y Josué le responde: "Hágase su voluntad,".

LAS AGUAS SE ABREN

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Esta página está dedicada a mi esposa y madre de mis hijos, Dolors Cabrera Guillén, compañera, amiga, amante e inspiración de toda mi vida, que atravesó el Umbral Dimensioanl el 12 de marzo de 2007 a las 18.50 y actualizada siguiendo su última voluntad, ya que antes de irse, me hizo prometerle que no abandonaría la realización de mis páginas web. Nunca será olvidada por nadie que la conociera simplemente porque siempre se volcó en hacer felices a los demás.

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