La historia de Moisés.La historia de la Libertad.Productos relacionados IV.
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Moisés, El Príncipe de EgiptoCarátula del vídeo titulado "Moisés, el Príncipe de Egipto" presentado dentro del programa "Ayuda en Acción" para la recogida de fondos de ayuda a la adolescencia de Bangladesh. Se trata de una versión en dibujos animados que empieza explicándola Amún, nieto de Ramsés I, cuya madre, la hija del Faraón, recogió a Moisés de las aguas del Nilo, creciendo los dos juntos como hermanos, si bien Amún era de creencias totalmente egipcias y maltrataba a los esclvos y Moisés respetaba a todo el mundo, incluidos los esclavos. Ya de joven se le aparece Dios a Moisés en forma de zarza ardiendo y le ordena que saque a su pueblo de Egipto. Moisés se presenta ante el Faraón ordenándole que libere al pueblo judío, pero la respuesta del Faraón es encarcelar a Moisés. Dios desencadena una plaga contra Egipto y Moisés es llevado de nuevo ante la presencia del Faraón, repitiéndose la misma historia. Moisés ordena que liberen al pueblo, el Faraón sigue sin escuchar y lo encarcela de nuevo, desatándose una nueva plaga. Amún está cada vez más convencido de que el Dios de Moisés es el verdadero y al final se une a él, siendo también encarcelado. Finalmente el pueblo egipcio no puede soportar las plagas y el Faraón consiente en liberarlo. Cuando Amún y Moises han conducido al pueblo de Israel al Mar Rojo, se encuentran con que el Faraón se ha arrepentido y viene con los carros persiguiéndoles. El pueblo desesperado echa en cara a Moisés el que los haya llevado a esa encrucijada y es Amún quien sale en defensa de Moisés diciéndoles que si no han visto suficientes milagros de su Dios. Moisés levanta su bastón y se abren las aguas del mar atravesándolo el pueblo de Israel y cuando han llegado al otro lado ven desesperados que los carros del Faraón les han seguido, pero Moisés levanta de nuevo su bastón y las aguas se cierran matando a todos los egipcios incluído el Faraón. Y así termina la película que es muy infantil y dura 55 minutos, es de nacionalidad australiana y está producida en 1998 por Burbank Animation Studios Pty Ltd. El vídeo se acompaña con un audiocassette en el que se puede oir la misma historia pero esta vez relatada únicamente para ser oída.
El Príncipe de EgiptoPelícula de dibujos animados distribuida en vídeo por Dreamworks en 1999, aunque se estrenó en los cines en 1998. En esta ocasión se trata de una adaptación maravillosa en todos los sentidos. Ganadora de un Oscar de la Academia por la banda sonora, la película tiene auténticos valores cinematográficos, no sólo la banda sonora, sino también en la concatenación de escenas musicales, que resuelven muy bien ciertos pasajes bíblicos, con otras escenas ordinarias; los encuadres realizados para la pantalla en el diseño de los dibujos, los fondos de una calidad artística extraordinaria, el movimiento de los personajes que, pese a tratarse de dibujos animados de corte moderno, la calidad humana de los mismos, sus movimientos y los gestos de sus caras, nos hacen olvidar que se trata de un película de dibujos en muchos momentos de la cinta.
En el comienzo hay una advertencia que dice: "La película que van a ver es una adaptación de la historia narrada en el Exodo. Si bien se han tomado algunas licencias artísticas e históricas, creemos que esta película es fiel a la esencia, los valores y la integridad de una historia que constituye una piedra angular de la fe para millones de personas en todo el mundo.
La Reina de Egipto con Ramsés en brazos y la cesta del Nilo La película comienza viéndose a los esclavos hebreos siendo azotados por los capataces egipcios, al igual que las dos películas de Cecil B. De Mille de 1923 y 1956. Es el Faraón Seti I quien da la orden de matar a los primogénitos hebreos pues se están reproduciendo en demasía y les pueden llegar a superar en número y es la esposa de Seti quien encuentra a Moisés en la cesta que flota sobre el Nilo, previo haberse salvado múltiples obstáculos, como cocodrilos, hipopótamos, redes de pescadores, barcos y finalmente la cesta es recogida por la esposa del Faraón Seti, criándolo junto a su hijo Ramsés y Miriam, la hermana de Moisés que ha seguido todo el trayecto, ve que el niño está a salvo.
Ramsés, Moisés y Séfora. Abajo, Moisés y Ramsés jugando a carreras. La película nos muestra a Ramsés y Moisés ya de jóvenes adolescentes, divirtiéndose juntos y viviendo aventuras y travesuras hechas en común. La culpa siempre se la lleva Ramsés y Moisés siempre sale e en su defensa ante el Faraón, aunque éste se enfada en algún momento diciéndole a Ramsés que tiene una gran responsabilidad pues será el heredero al trono y no quiera que sea un eslabón débil de la cadena de poser. Estas palabras, afectan a Ramsés y Moisés habla con su padre el Faraón pidiéndole una oportunidad para Ramsés. Un día, en una fiesta en la que se nombra a Ramsés Príncipe Regente de Egipto, le regalada una hermosa esclava capturada en el desierto en tierras de Madián, pero ésta es muy arisca y Ramsés se la regala a Moisés, pero pronto se escapa de la casa de Moisés y, en realidad, el propio Moisés distrae a los guardias del palacio para permitir que la esclava escape. Moisés la sigue y se tropieza con su hermana Miriam y su hermano Aarón. Miriam, no puede evitar el decirle al príncipe de Egipto que es hebreo y que son hermanos. Moisés se enfada y Aarón pide disculpas al príncipe, pero Miriam insiste y Moisés se va preocupado y por la noche tiene un sueño en el que ve a través de los dibujos y jeroglíficos que hay escritos en las paredes y columnas del palacio, como Seti I ordenó la muerte de los primogénitos hebreos. Cuando se despierta por la mañana sudoroso de la pesadilla que ha tenido busca en los dibujos del palacio y ve que su sueño es realidad, que todo eso está escrito en los muros. Apesadumbrado, habla con su padre el Faraón, pero éste le dice que a veces para un bien mayor hay que sacrificar algo y cuando Moisés abraza a su padre, éste le sigue hablando y dice que sólo eran esclavos, por lo que Moisés desesperado huye de palacio. En días sucesivos, Moisés está triste y compungido. Su madre lo halla pensativo en el estanque donde fue encontrado y cuando Moisés le pregunta a su madre si toda su vida es mentira, ella le contesta que todos le quieren y que fue traído por los dioses. Después Moisés va viendo la crueldad de los capataces hebreos azotando continuamente a los esclavos hebreos y en un momento dado, en lo alto de una obra, interviene empujando a un capataz egipcio que azota a un anciano y cae, precipitándose en el vació y matándose. Moisés está horrorizado por haber matado a un hombre y empieza a correr huyendo del lugar y aunque se encuentra con su querido hermano Ramsés que trata de detenerle, no lo gonsigue y huye de Egipto atravesando el desierto. En el trayecto, una tormenta de arena lo sepulta pero por la mañana un camello errante le coge de los pelos y lo saca de la arena, cogiéndose Moisés al camello que lo arrastra hasta un pozo donde hay ovejas abrevando. Moisés recupera fuerzas bebiendo agua con las ovejas y oye el grito de tres chicas que están siendo atacadas por unos pastores. Moisés se levanta y ahuyenta a los camellos de los pastores que salen corriendo tras ellos, salvando así la situación de manera pacífica, pero desmayándose a continuación y cayendo en el interior del pozo. Las tres chicas intentan sacarlo jalando de él con una cuerda y de pronto aparece la hermana mayor que no es otra que la esclava que Moisés había recibido de regalo en Egipto y había dejado escapar. Séfora, que así se llama la mujer ayuda a sus hermanas a jalar de la cuerda pero cuando Moisés llega al borde y Séfora le reconoce, suelta la cuerda y Moisés vuelve a caer al pozo. Posteriormente Moisés es presentado a Jetró que le acoje con alegría y da un festejo en su honor pues necesita un hombre en su familia ya que solo tiene hijas. Moisés se convierte así en pastor en las tierras de Madián y más tarde se casa con Séfora. Un día, mientras Moisés está cuidando el rebaño de ovejas, sigue a una que se ha descarriado y por el camino llega a un paraje solitario donde ve una zarza que arde con un extraño fuego que al tocarlo no quema. Después oye una voz que le llama por su nombre y que se presenta como el Dios de sus padres y que le manda que vuelva a Egipto para liberar a su pueblo, diciéndole que él estará con él para ayudarle. Moisés se resiste a realizar tal misión pero Dios se encoleriza y finalmente Moisés acepta. Al volver a su casa, le cuenta lo sucedido a su esposa y ésta le dice que irá con él, por lo que los dos regresan a Egipto montados en camello.
Los dos magos de la corte egipcia. Moisés y Séfora entran en el palacio real cruzando todo el salón del trono donde se halla sentado Ramsés, el nuevo Faraón de Egipto. Todos se callan y miran asombrados y cuando Ramsés descubre que se trata de Moisés, se levanta entusiasmado abrazándolo lleno de gozo y alegría pues al hermano que creía muerto. Moisés no sabe como decírselo pero al final le cuenta que ha sido enviado por el Dios de su pueblo para que deje en libertad a los esclavos y para demostrar el poder de Dios tira su cayado que se convierte en una cobra, pero Ramsés hace intervenir a sus sacerdotes que hacen lo mismo, aunque al final la cobra de Moisés se come a las serpientes de los magos. Ramsés se ríe y le dice que no conoce a su Dios y que no dejara a su pueblo en libertad. Le hace un guiño y los dos entran en una sala interior del trono donde pueden hablar en privado. Pero Ramsés que quiere que las cosas vuelva a ser como antes, al no conseguirlo, se enfada y le dice a Moisés que ahora hará trabajar el doble a los esclavos. Cuando Moisés se va con su pueblo que ya ha empezado a experimentar el aumento de trabajo, es insultado por su propio hermano Aarón, aunque Miriam sale en su defensa. Están al borde del Nilo y ven la barcaza real que se pasea con el Faraón y su hijo, los dos sumos sacerdotes y la guardia real. Moisés le vuelve a decir desde la orilla que deje en libertad a su pueblo y Ramsés al principio se rie pero luego se cansa y manda a la guardia a que le traigan a Moisés al barco. Tres guardias se meten en las aguas dirigiéndose hacia Moisés que ha levantado su cayado en alto al recordar las palabras de Dios, y al tocar el agua con la punta, ésta se empieza a transformar en sangre, asustando a los soldados que regresan al barco. Ramsés está sobresaltada y pide explicaciones a los sacerdotes. Pero éstos le hacen un truco en el que convierten una palangana de agua en sangre al tirar unos polvos en ella y Ramsés se tranquiliza y se sigue riendo de Moisés. Pero ese ha sido el comienzo de las plagas de Egipto. En días sucesivos, se ven invadidos por las ranas, luego por insectos, mueren los ganados con peste, se les llena la piel de heridas a todo el mundo, hay una invasión de tábanos y llueve fuego y granizo y cuando Moisés se presenta ante el Faraón e intenta hablar con él como antes, como cuando eran hermanos, hay un momento en que los recuerdos del pasado ponen a Ramsés afable, pero finalmente, viendo que Moisés insiste en lo suyo y ante la presencia de su hijo que ha entrado en la sala donde estaba a solas con Moisés, se encoleriza de nuevo y le dice a Moisés que se producirá una nueva plaga y esta vez será contra los hebreos pues morirán por edicto, tal como hizo su padre Seti, todos los primogénitos hebreos, demostrando así que él no es un eslabón débil en la cadena de poder. Moisés le pide que desista o será su final, pero Ramsés lo echa de la sala. Por la noche Moisés explica a su padre que se le ha aparecido Dios y le ha dicho que esa noche bajará para aniquilar a todos los primogénitos egipcios y que para que se salven los hebreos habrán de matar un cordero y con su sangre señalar las puertas. Es de noche y de pronto en el azul oscuro del cielo aparece una luz que empieza a extenderse y a invadir toda la ciudad entrando en todas las casas que no están señalizadas con la sangre de un cordero y oyéndose como los que mueren hacen su última exalación de aliento. Cuando la niebla luminosa regresa hacia lo alto del cierlo, en Egipto sólo se oyen lloros por doquier. Ramsés ha colocado el cadáver de su hijo sobre una mesa y detrás de él se halla Moisés que acaba de entrar. Entonces le dice que tiene permiso él y su pueblo para irse de Egipto y cuando Moisés intenta consolar a Ramsés, este se vuelve furioso contra él y lo echa. Moisés se va y poco a poco vemos como la gente del pueblo de Israel va saliendo de sus casas y se van marchando hacia el desierto. Al final hay una inmensa multitud que se dirige hacia el desierto guiados por Moisés, Séfora, Miriam y Aarón en cabeza, cantando llenos de gozo y superando todas las dificultades que se les presentan con alegría, hasta que llegan a las orillas del Mar Rojo. Allí están cuando una trompeta de un guarda les avisa de que se están acercando los carros del Faraón. Todos están aterrorizados pero de repente surge una enorme columna de fuego que los detiene y a continuación, Moisés se introduce en las aguas del Mar Rojo y alza su cayado, recordando el mensaje divino de ser asistido y realizar sus proezas con el cayado. Moisés descarga la fuerza del cayado sobre las aguas, que al instante se levantan hacia el cielo, formando un terrorífico y estrecho pasillo formado por paredes de agua altísimas, por donde se mete todo el pueblo hebreo. A medida que van introduciéndose, deben de encender sus antorchas, pues las paredes de agua son tan altas y no se ve el final, que hay bastante oscuridad. La columna de fuego desaparece y Ramsés ordena el ataque del ejército para aniquilar a los hebreos. Pero en ese momento se empieza a vislumbrar la luz, el final del pasillo de agua y los hebreso empiezan a salir a la otra orilla del Mar Rojo. cuando ya han salido todos, los egipcios se hallan cerca a punto de alcanzarlos, pero Moises levanta su cayado y las aguas empiezan a caer sobre los egipcios cerrando el paso. Por el otro extremos la tromba paulatina de agua que se le echa encima a Ramsés, lo levanta y lo lanza contra la orilla siendo la única persona que se salva de morir ahogada. Todo el pueblo de Israel se halla iluminado por la luz del día al otro lado del Mar Rojo y Moisés puede oir como desde el otro estremo del mar, Ramsés se halla arrodillado en una roca gritando desesperadamente: "Moisés, Moisés, Moisés" Miriam se dirige hacia su hermano y Séfora le dice a su esposo que mire a su pueblo que ha conseguido la libertad. En la siguiente secuencia, vemos a Moisés que baja del monte santo con las tablas de la Ley y al fondo en el valle se ve a todo su pueblo. Y aquí termina la película. Cerramos esta página comentando, aparte de las calidades mencionadas anteriormente, los nexos de unión que hay con las películas de Cecil B. De Mille, sobretodo en las secuencias del éxodo del pueblo hebreo, con planos muy parecidos a la película de 1956 y otras secuencias de Ramsés con su hijo que recuerda claramente a la de 1923. Posiblemente los autores de este excelente film repasaron ambas películas y tomaron inspiración para algunas imágenes y hayan querido también, para quien se de cuenta, rendir homenaje a las mismas.
Mi amigo Andoni Iturbe-Ormaetxe Kortajarena de Trapagaran (Bizkaia), me ha mandado un recorte del periódico EL PAIS del domingo 10 de octubre de 1999, con un artículo que me veo obligado a reproducir pues encaja perfectamente dentro de mi modo de pensar acerca del tema de LOS DIEZ MANDAMIENTOS. El artículo se titula "MOISES EN TRES TIEMPOS. Llegan EL PRINCIPE DE EGIPTO y las dos versiones de LOS DIEZ MANDAMIENTOS" y está escrito por Omar Khan.
No deja de ser curioso que la historia de Moisés haya sido tocada en tres momentos más o menos claves de la historia del cine y que en los tres supusiera un auténtico reto tecnológico. La oportunidad de constatar tales evoluciones la brinda CIC Vídeo, que esta semana lanza al mercado de alquiler EL PRINCIPE DE EGIPTO, reciente filme animado, y, a partir del día 27 de octubre, para la venta, LOS DIEZ MANDAMIENTOS, en sus versiones de 1923 y 1956.
Los precarios recursos tecnológicos de los que se disponían en los años veinte no fueron impedimento alguno para que el edulcorado y amanerado Cecil B. De Mille pusiera en pie el bíblico libro de EL EXODO, consiguiendo una puesta no solamente digna, sino sorprendente para su momento. Mezcló el histórico episodio con un relato en tiempo presente y explotó al máximo lo que de lección y moraleja encierra la vida del portavoz de Dios. Con todo, vista hoy, no es más que una película curiosa y precaria.
Obviamente inconforme con su primer filme, el director debió atestiguar 33 años de evolución cinematográfica antes de ponerlo en marcha de nuevo. El resultado de la que rodó en 1956 son 210 monumentales minutos de metraje y un despliegue que sólo se podía permitir el Hollywood de los cincuenta. LOS DIEZ MANDAMIENTOS ha quedado como un clásico del cine épico de todos los tiempos. Tiene la importancia de las grandes superproducciones, y, a pesar de los avances del cine posterior, sigue teniendo la facultad de deslumbrar y emocionar. Mantiene, eso sí, el tono exageradamente emotivo inherente a su creador, que se nota en la manera como presenta a los personajes en pugna y en unas actuaciones un poco desmedidas en su histrionismo. Si Charlton Heston intenta ser comedido en la construcción de su Moisés, a lo largo de las distintas etapas de su vida, no sucede lo mismo con Yul Brynner, que se desborda en poses y exagerados gestos. Pero curiosa es la vida del cine. A 43 años del segundo y definitivo intento de De Mille, Moisés y su mítica historia de evacuación del pueblo judío de Egipto vuelve a retar a la tecnología. No se necesitaron ahora grandes decorados ni la movilización de grandes masas. Esta nueva vuelta, ahora animada, se materializó íntegramente en el virtual espacio informático de los estudios Dream Works bajo la atenta mirada de Jeffrey Katzenberg, un prófugo de la Disney cuyo principal aval fue levantar la cabeza caída del Ratón Mickey con el rugido de EL REY LEON, el filme animando más importante y taquillero producido por esa casa. Un halo de misterio y espectativa rodeó durante años el proyecto de EL PRINCIPE DE EGIPTO, por ser la película de un estudio que por primera vez plantaba cara seria al imbatible imperio Disney.
La apuesta era arriesgada y Katzenberg salió bien parado, aunque quizá no tanto como suponía. De cara al público diseñó una película muy ambiciosa, con ganas de meterse al bolsillo tanto a niños como a adultos, aunque es probable que, tal y como quedó, el filme enganche más a los mayores. El tema, de entrada, tenía varios elementos difíciles de digerir por niños muy chicos, aunque los esfuerzos por ganárselos sean notables. Hay cierto tono oscuro y tenebrista en la narración que intenta ser aligerado por las canciones, que incluyen el preciosista tema When you believe, que se hizo con el Oscar. Por otro lado, y de cara ya al público adulto, quedan demasiado en evidencia los intentos proselitistas a favor de la causa judía, un elemento que desvía el filme hacia otros derroteros que nunca han sido competencia de los dibujos infantiles. La historia de Moisés, después de todo, tiene mucho material al respecto. Magnificarlo era cosa de rizar el rizo. Y la gente de Katzenberg lo rizó.
Saltando estos escollos queda un producto de superlativa calidad. Un filme de lujosa resolución técnica y esmerada factura, que sabe ser festivo a la hora de presentar la amistad entre el joven Moisés y el faraón (la secuencia inicial deslumbra), pero también emotivo y conmovedor en los momentos épicos, como esa apertura del Mar Rojo, llamada a ser la escena estrella de la película y quizá una de las mejor logradas en la historia del cine animado.
EL PRINCIPE DE EGIPTO hace alarde de su perfección técnica. Cada plano, cada detalle, cada matiz, está cuidado con esmero meticuloso. Tal vez el formato vídeo le haga perder un porcentaje de su espectacularidad, pero aún así queda, en esencia, una película muy notoria y avanzada dentro de lo que ha sido el dibujo animado tradicional. Lo que queda claro es que DreamWorks, la productora de Katzenberg (y de Spielberg y David Geffen), sigue, con este filme, incursionando en un campo aún inexplorado, el de la animación para adultos como producto masivo.
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