LA ÚLTIMA OBRA MAESTRA. THE TEN COMMANDMENTS.
Página puesta en la Red en junio de 1999
Este es el título del Capítulo IX del libro publicado por el CENTRO DE INVESTIGACIONES ESPAÑOLAS E HIPANOAMERICANAS (C.I.L.E.H.), dentro de la colección CINE-BIOGRAFIAS Nº 1, titulado "Cecil B. De Mille" escrito por Fernando Alonso Barahona. Aunque en el libro no se indica fecha de edición, el depósito legal es de 1.991.
Yo no tengo este libro, tengo las fotocopias del capítulo dedicado a LOS DIEZ MANDAMIENTOS que me mandó mi amigo Andoni Iturbe-Ormaetxe Kortajarena de Trapagaran (Bizkaia), sabiendo de mi gran apasionamiento por esta película. En realidad se trata de un capítulo que cuando lo leí, quedé completamente satisfecho, pues apoya todas las opiniones y sensaciones que yo tenía sobre la película y es por eso que me complazco en reproducir íntegro, puesto que se trata de un libro difícil de encontrar y desde estas líneas agradezco a su autor que lo escribiera.
Actualización del 28 de abril de 2000
Hace unos días, unos meses después de poner esta web sobre "Los Diez Mandamientos" en la Red, he recibido carta del autor del libro, Fernando Alonso Barahona, que me lo ha mandado como obsequio y dedicado, por lo que reproduzco aquí su portada.
Se trata de un gran libro que hace un recorrido desde los primeros años del siglo XX hasta 1959, año de la muerte del gran director de cine Cecil Blount De Mille, considerando en el contexto cinematográfico de cada momento, la expléndida obra de De Mille en todas sus películas, desde el cine mudo hasta 1959, con variadas fotografías, bibliografía y una extensa filmografía y lo más importante, análisis y opiniones críticas, constructivas y cálidas del autor de este magnífico libro, a quien ahora no sólo agradezco que lo escribiera, como decía en el párrafo de arriba, antes de conocerle, sino que también le agradezco que me haya regalado un ejemplar, siendo que no es fácil encontrarlo.
El capítulo IX empieza así:
En 1953, Cecil B. De Mille, planeó el ambicioso proyecto de realizar una nueva versión de su gran clásico mudo "The Ten Commandments", ahora centrándose exclusivamente en el Exodo, sin historias contemporáneas paralelas y utilizando todos los brillantes adelantos técnicos de los últimos años. Habría de ser la mayor obra de su vida, su empeño más radical.
En octubre de 1954 De Mille y su equipo zarparon en un barco con destino a El Cairo, para comenzar a preparar el rodaje de una de las grandes obras de la historia del cine, la que irá siempre y en todos los lugares del mundo indeleblemente unida a su nombre, "The Ten Commandments".
Estoy convencido de que es, para nosotros, un deber utilizar la nueva técnica del cine para hablar de nuestra fe. Comprender este deber es importante para todos los cristianos pero, sobre todo, para quien tiene una misión específica de apostolado o de educación. (...) Para que pueda resultar un éxito, la película religiosa debe ser, ante todo, de fondo dramático y no quedarse en un sermón fotografiado; debe estar llena de vida negra, blanca, gris-, que así es la vida misma. Esto no es una simple teoría personal, es una sencilla realidad probada por las películas religiosas que han tenido algún éxito. No hay nada más nefasto que una religión que ha quedado petrificada en un ceremonial o esterilizada en una simple norma de moral. Esta es la frase enérgica empleada, no por mi, sino por el padre Foster. A mi me totoca añadir: Esta clase de religión petrificada y esterilizada no sólo es perjudicial para el arte y la literatura -y toda espresión humana es auténtica- sino, lo que aún es peor, para la misma religión. Porque la verdadera religión no es rutina ni una máquina de contar pecados, sino encarnación de la verdad y del amor en todas partes donde se encuentran, porque allí donde están está también Dios. Cecil B. De Mille (29). (Ver notas al final).
La preparación. Exactitud histórica.
El fiel y brillante investigador Henry Noerdlinger comenzó la gran labor de documentación histórica para la película. Fueron varios años de minucioso trabajo en el que se consultaron 950 libros, 984 revistas, 1.286 recortes de prensa y 2.964 fotografías. en la tarea, Noerdlinger se vio ayudado por varios prestigiosos colaboradores: Gladys Percey, el doctor William C. Hayes (Museo Metropolitano de Arte, New York), el Dr. Labib Habachi (Departamento de Antigüedades de Luxor, Egipto), el Dr. Keith Seele, el Dr. Ralph Marcus, el Dr. George Hughes (Instituto Oriental de la Universidad de Chicago) y el rabino Rudolph Lupo (Biblioteca de la Comunidad Judía de Los Angeles). El resto de las fuentes que utilizaron los guionistas Aeneas McKenzie, Jesse Lasky Jr., Kack Gariss y Frederik M. Frank fueron los siguientes:
Textos históricos:
Sagradas Escrituras: Libro del Exodo.
Textos de Filón el Judío.
Flavio Josefo.
Eusebio de Cesárea.
El Middrasch Rabbah.
Libros modernos.
"Prince of Egypt", de Dorothy Clarke Wilson.
"Pilar of Fire", del reverendo J.H.Ingraham.
"On Eagle's Wing", del reverendo A.E. Southon.
La seriedad y rigor de estos trabajos de reconstrucción arqueológica e histórica dieron lugar a un hecho único en la historia del cine. La Universidad de California del Sur editó, como obra científica de información histórica y arqueológica, el libro en que el profesor Noerdlinger resumió el resultado de sus diez años de investigación para documentar la preparación de la película. El volumen se publicó con el título "Moisés y Egipto" y es una obra imprescindible para cualquier estudioso del tema.
Ante semejante calidad y rigor no se explica que algunos escritores de cine hayan hablado de las fantasías de De Mille de cartón piedra; incluso el habitualmente brillante Terenci Moix, gran amante de Egipto, parece ignorar esto en alguno de sus comentarios, en exceso superficiales, del film.
Autenticiad argumental.
La Biblia nos habla de Moisés niño y después hay un largo silencio hasta que éste tiene ya cuarenta años y deja la corte del Faraón Sethi I para salir de Egipto. ¿Cómo cubrir este vacío? Una cuidadosa investigación desechó varias leyendas rabínicas y descubre como aprovechables una serie de fuentes: "Middrasch Haggadam", instrucciones religiosas y morales, y "Middrasch Rabbah", narraciones que serían utilizadas por Filón y Flavio Josefo.
Se han notado alteraciones en los bajorrelieves de una muralla del templo de Karnak en los que aparece Sethi I con el heredero Ramses II. La efigie de Ramsés está superpuesta a otra, que se ha hecho desaparecer. Filón el judío, un interesantísimo filósofo neoplatónico descubierto en el siglo XIX, escribió que Moisés fue ese príncipe desaparecido.
En los "Hechos de los Apóstoles" (VII-22) se nos dice que Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios y que era poderoso en palabras y obras. Por su parte, el Rabbah nos muestra a Moisés como muy amado por sus padres adoptivos, Sethi y Bitia, en tanto que Flavio Josefo y Eusebio de Cesárea hablan del Moisés triunfador contra los etíopes. Según el derecho egipcio, el trono correspondía al que desposase la heredera real, lo que hacía frecuente el matrimonio entre hermanos. Esto explica las relaciones entre Moisés, Ramsés y Nefertiti.
La construcción de la ciudad por Moisés figura en el Middrasch Rabbah, que también describe la bondad de Moisés con los hebreos.
Por último, las tradiciones rabínicas narran la intervención del malvado Dathan así como el amor entre Lilia y Josué. A partir de aquí la fuente vuelve a ser la Biblia: el libro del Exodo narra todo lo referente a las plagas (1), la salida de los hebreos, el paso del mar Rojo y la entrega de las Tablas de la Ley.
Como puede comprobarse, el guión recoge punto por punto estas fuentes históricas, lo que desmiente la acusación de trama melodramática que algunos lanzaron contra la película.
Autenticidad arqueológica
En la primera secuencia, cuando Ramsés I ordena el exterminio de los primogénitos israelíes, el trono regio que vemos es la exacta reproducción del que aún se conserva, en cuyo respaldo figura el faraón Tuthankamon.
Las bailarinas que homenajean a Sethi, otra secuencia del film, son reproducciones de las pinturas de dos tumbas, la del visir Mehu, en Saqqarah, y otra situada en Deir el Gebmavi.
Los obeliscos, el becerro de oro y las Tablas de la Ley se han reconstruido de acuerdo a las fuentes históricas. Las tablas que llevó Charlton Heston eran de piedra auténtica del Sinaí, y su tamaño, según el Middrash Rabbah, era de medio metro, el que aparece en la película. También los caracteres de las letras que vemos son auténticos, cananeos arcaicos. La famosa y bellísima escena del fuego de Dios escribiendo en las Tablas los mandamientos está basada en la propia Biblia (Dios apareció como fuego) y en los textos de Filón, que escribe: Dios creó en el aire un sonido más prodigioso que todos los instrumentos y lo transformó en fuego llameante y, en medio de ese fuego, se escuchó una voz que fluía del cielo, y la llanta articuló las palabras. Lo que dice Filón es lo que muestra exactamente le película.
Como señalara Staehlin, este respeto y devoción y esta autenticidad casi absoluta no es conocida ni apreciada por la mayoría de los espectadores de la película que, simplemente, ven y disfrutan el torrente de imágenes que se proyectan en la pantalla, pero es de estricta justicia el proclamar aquí ese esfuerzo y esa autenticidad.
Cine épico - cine bíblico
Las adaptaciones de la Biblia en el cine han sido una constante durante bastantes décadas, siempre desde un punto de vista espectacular y hagiográfico, tal vez como vehículo de expresión de una sociedad, como la norteamericana, en la que la Biblia ha ejercido y ejerce una gran influencia. Muchas familias estadounidenses, como la familia De Mille, bendicen los alimentos antes de las comidas y leen todos los días unos fragmentos de la Biblia, el libro de los libros.
El cine épico es un género más dentro del cine, aunque como el epígrafe aventuras tenga unos contornos discutibles y dudosos. Es indudable que 'The King of Kings' y 'The Ten Commandments' son films épicos, pero también lo son un melodrama clásico como 'Gone With The Wind', de Victor Fleming, o ese western magistral que es 'The Alamo', producida y dirigida por John Wayne. epics, como se denomina en inglés, es un titular genérico que permite incluir películas históricas, pero no todas, naturalmente. Hay muchas biografías o reconstrucciones históricas que no tienen nada de epic, y también films fantásticos de aventuras, melodramas fastuosos, superproducciones de todo tipo y toda época y, desde luego, las adaptaciones bíblicas.
Ya se habló en otro lugar del libro, de las visiones cinematográficas de la vida y el mensaje de Jesucristo, es decir, de los Cuatro Evangelios. El resto del Nuevo Testamento apenas ha sido tratado en cine, aunque quepa destacar la versión, nada épica pero muy interesante, de Roberto Rossellini, 'Gli atti degli apostoli', realizada para la televisión.
Cuando hablamos del cine bíblico lo asociamos inmediatamente a los grandes hechos narrados en el Antiguo Testamento, siempre referidos a la odisea del pueblo de Israel, elegido por Dios para llevar a cabo la alianza entre el hombre y el Creador.
Cecil B. De Mille, ya lo hemos comprobado, no es ni mucho menos un cineasta bíblico, en el sentido riguroso de la palabra , lo que sucede es que 'The King of Kings' (1927), 'Samson and Delilah' (1949) y, sobretodo, 'The Ten Commandments' son núcleo y base de la imaginaria popular del cine bíblico, hasta el punto de que muchas de las representaciones visuales de millones de espectadores acerca de las Sagradas Escrituras tienen la forma, el estilo y la luz de las películas citadas. Además, Cecil se tomó en serio sus trabajos, incluso como forma de propagación y predicación de la fé. Adaptar la Biblia sin creer y sin pasión lleva al desastre: ahí está 'The Bible' (1965), de John Huston, o la aún peor 'King David' (1984), de Bruce Beresford, penosa revisión de la entrañable 'David and Bethsabe' (1952), de Henry King, sobre la vida del célebre rey hebreo, uno de los más importantes de la historia de Israel. (32).
Antes de que la temática bíblica, romana o egipcia, cayera en las casi siempre nefastas manos de la imitación italiana (el célebre peplum), en los años 50 y primeros de los 60 se realizaron algunas extraordinarias películas épicas, la mejor de las cuales fue, sin duda, 'El Cid' (1961), obra maestra de Anthony Mann, con Charlton Heston y Sofía Loren, una producción de Samuel Bronston; casi a su mismo nivel se encuentra la mítica 'Ben-Hur', de Wyler, hoy incomprensiblemente atacada por algunos sectores de la crítica (33).
Entre los títulos de tipo religioso no podemos olvidar 'Quo Vadis?' (1950), de Mervin Le Roy, notable y entretenida y, ya dentro de la temática específicamente bíblica, 'Sodom and Gomorrah' (1962), de Robert Aldrich, irregular pero nada desdeñable, y, sobre todo, 'Solomon and Sheba' (1959), de King Vidor, que concentra dos datos históricos: es la última película del gran Vidor y durante su rodaje falleció Tyrone Power, un espléndido actor que incorporaba el papel de Salomón y que se vio fulminado por una angina de pecho el 13 de noviembre de 1958, cuando aún no estaba concluida la misma. Yul Brynner tomó entonces el papel, dándole un tono distinto (hubiera sido fascinante contemplar a Power dando vida a Salomón).
La obra, a pesar de algunas críticas admirativas del brillante Jackes Lourcelles, continúa siendo una de las más subvaloradas de la historia del cine. Se trata de una película apasionante y apasionada, en la que conviven, lo que tal vez despistó a algunos, el romanticismo característico de Vidor (la escena de amor después de la danza de la fertilidad) y el estilo típico y reconocible del propio De Mille (la danza, la seducción de Saba a Salomón, con reminiscencias de 'Samson and Delilah', y toda la interpretación de Yul Brynner).
Pese a todas las películas realizadas nadie puede negar, en serio, que 'The Ten Commandments' es la obra bíblica por excelencia.
Historias y testimonios
La complejidad y dificultades de rodaje de 'The Ten Commandments' tienen un sin fin de anécdotas y curiosidades, algunas muy interesantes, que ayudan a conocer y a valorar el indomable carácter de su director.
La elección del reparto no supuso grandes problemas, por cuanto los dos máximos protagonistas se eligieron con gran rapidez, casi por dos vistazos providenciales; uno, al Moisés de Miguel Angel, que se tradujo en el contrato de Charlton Heston, y otro, una representación de "Ana y el rey de Siam"; poco después Yul Brynner aceptaría ser Ramsés en la película. La elección de Anne Baxter como Nefertiti ha solido ser criticada, pero ella está magnífica, como el propio De Mille reconoce en su autobiografía. Lo mismo sucede con el impresionante reparto que completa la película: Yvonne de Carlo, que era, junto a María Montez, la reina del tecnicolor primitivo, es Séfora, la esposa de Moisés; Edward G. Robinson, el malvado Dathan; y, en otros papeles igualmente relevantes Sir Cedric Hardwicke (Sethi), Vincent Price (Maestro de obras), John Dereck (Josué), Martha Scott (Yochaved), Nina Foch (Bitia), Debra Paget (Lilia), Judith Anderson (Memmet), John Carradine (Aaron), H.B. Warner (el actor que interpretó a Cristo en 'The King of Kings' (1927), es ahora Amminadab, Abbas el Bughdadly (que se casó con Citsy, la nieta de De Mille, es el oficial de carros del faraón), Henry Wilcoxon (Pentaur) y Woody Strode (rey de Etiopía). Dos presencias emotivas fueron las de Julia Faye, en el pequeño papel de Elisheba, y la de Fraser Heston, el recién nacido hijo de Charlton Heston que es el Moisés salvado de las aguas (34).
De Mille solía dejar en libertad a sus actores para que diesen lo mejor de sí mismos. Nunca ha tenido reputación como director de actores y jamás ninguno obtuvo ni siquiera una nominación de los premios de la Academia pero, en cada película, cada actor sabía lo que el director pedía de él y, frecuentemente, lo hacía a la perfección.
Ya hemos citado la gran corriente de simpatía que surgió entre Yul Brynner (magnífico Ramsés) y Cecil, pero en le película, aparte del director, la gran atracción era Moisés, uno de los grandes papeles de la historia del cine, de esos que marcan una carrera y casi una existencia. Charlton Heston lo tomó con una profesionalidad y entrega tan sólo comparables a las del propio director. En los descansos del rodaje, Heston, ensimismado, solía caminar solitario por algún lugar apartado, vestido de su personaje, tal vez meditando o tratando de profundizar en sus interioridades más profundas. En una ocasión fue sorprendido por un grupo de extras árabes que le vio surgir entre las sombras y comenzó a aclamarle como Moisés, el profeta Moisés (35).
En su diario, el actor escribiría: Era un papel enorme, como el de Cristo, tal vez imposible de representar. Estaba más allá de mis capacidades, entonces y ahora. Yo creo que incluso hubiera sobrepasado la capacidad del propio Lawrence Olivier.
Sin embargo, Charlton Heston, representó un impresionante Moisés. Hoy, cuando muchos contemplan, por primera vez, la célebre escultura del Moisés de Miguel Angel (a quién, por cierto, el actor daría vida, en 1965, en el film 'The Agony and the Ectasy', de Carol Reed), no pueden reprimir un comentario: Se parece a Charlton Heston. Probablemente, ningún otro actor de Hollywood ni del mundo pudo interpretar a Moisés mejor que él (y desde luego que no Burt Lancaster en la mediocre versión televisiva de los años setenta): su estampa soberbia recibiendo del dedo de Dios las Tablas de la Ley es uno de los momentos destinados a perdurar en la memoria de todo cinéfilo de cualquier generación.
El rodaje en Egipto fue complicado. El país acababa de sufrir un golpe de estado y el coronel Nasser, con quien Cecil hubo de entrevistarse, ya se vislumbraba como el hombre fuerte de la zona, el presunto líder que las masas árabes buscaban. Por otra parte, las relaciones del nuevo gobierno egipcio con los Estados Unidos no podían calificarse como óptimas; en muy breve espacio de tiempo, además, estallaría el conflicto del Canal de Suez que enfrentaría a árabes con europeos y judíos.
La escena cumbre de la película, aparte de la entrega de las Tablas de la Ley o el paso del mar Rojo con unos extraordinarios efectos especiales creados por John P. Fulton, es el éxodo del pueblo de Israel cuando, por fin, el faraón accede a concederle la libertad. Es uno de los momentos más espectaculares de todo el cine épico y demuestra el esfuerzo y la perfección de que De Mille era capaz.
Charlton Heston recuerda: El éxodo es la parte mejor de 'The Ten Commandments', emocionante, maravillosa; fue, de verdad, una experiencia única porque fue real. Toda esa gente estaba allí de verdad y comenzaron a andar cuando Moisés dio la orden. En efecto, más de 20.000 extras fueron utilizados para estas extraordinarias secuencias y la impresión de autenticidad fue total.
Un viernes de la primavera de 1955, mientras estaba en lo alto de una grúa supervisando los emplazamientos de las cámaras, De Mille comenzó a sentir un tremendo dolor que le paralizaba el cuerpo. Enseguida, el Dr. Jacobson y Henry Wilcoxon acudieron en su auxilio; era una insuficiencia cardiaca, tal vez grave. Wilcoxon le dijo: No te muevas, permanece donde estás. De Mille le miró con cierta sorna y contestó: ¡Como diablos quieres que baje de aquí si no me muevo!, ¿volando?.
Jesse Lasky Jr. recuerda como el colapso sobrevino un viernes y el lunes siguiente, desafiando todos los consejos médicos y familiares, estaba de nuevo en el set del rodaje. Fue una recuperación casi milagrosa, como si el afán de la película le diera fuerzas que su naturaleza debilitada le estaba ya negando.
En varios momentos de la película se puede escuchar la voz de Dios: en la escena de la zarza ardiendo, que muestra a Moisés cuál debe ser el camino que debe tomar, y en le momento de la inscripción en las Tablas de la Ley de los diez mandamientos, la alianza entre Dios y la raza humana. Interpretar la voz de Dios supuso un problema. Habitualmente era el propio director quién hablaba en los prólogos de sus películas, pero ahora era diferente. El mismo decía: Mi voz es demasiado conocida y si yo interpreto esas frases todo el mundo va a decir que ese no es Dios, que es Cecil B. De Mille. Tras varias vacilaciones parece ser que se eligió a Donald Hayne, uno de los íntimos colaboradores del director en aquellas fechas, y, de hecho, es él quien figura en los créditos como the voice of God (la voz de Dios). sin embargo, en 1978, Jesse Lasky Jr. comentó a Mike Munn (36) que, en realidad, la voz de Dios fue interpretada por Charlton Heston , si bien en una forma especial de grabación, a velocidad más lenta, que hacía irreconocible su timbre personal de voz.
El rodaje de la película finalizó el 13 de agosto de 1955 y enseguida comenzaron las labores de montaje, responsabilidades, una vez más, de la eficiente y fiel Anne Bauchens: 205 minutos de celuloide fueron finalmente los que iban a componer el largometraje de la obra. Su coste económico exacto fue de 13.282.712 dólares, cifra gigantesca para la época, un riesgo comercial bastante peligroso, pues no era tarea fácil obtener grandes beneficios partiendo de un coste tan elevado.
El estreno triunfal, precedido de una intensa campaña publicitaria, fue el 9 de noviembre de 1956. El éxito fue total y absoluto calculándose que, en agosto de 1959, más de 98 millones de personas la habían visto (en España aún no se había estrenado). Hoy sería incalculable la cifra porque han pasado dos generaciones, varias reposiciones y, sobre todo, docenas de pases televisivos aparte de la edición de la película en vídeo, primero en alquiler y después en venta directa.
Las listas más fiables de ingresos en taquilla dieron a 'The Ten Commandments' una cifra de 45 millones de dólares sólo en el mercado de Estados Unidos y Canadá, lo que la colocó en la película más taquillera de 1956, de toda la década de los cincuenta (por encima de 'Ben-Hur', que fue la segunda) y la segunda de todos los tiempos (sólo está por encima 'Gone with the Wind'). Si hiciéramos las cuentas del mercado mundial el resultado sería asombroso, por no hablar de derechos de emisión en las televisiones. Las listas actuales de ingresos de las películas no nos sirven si no se efectúa la modificación de la inflación (ya lo hemos apuntado en otro lugar del libro); la tremenda diferencia del precio de las localidades de las salas de cine inhabilita cualquier comparación en bruto entre, por ejemplo, una película de 1950 y otra de 1991.
Lo que nadie pone en duda es la definitiva consideración de 'The Ten Commandments' como una de las obras más populares de toda la producción artística del siglo XX. Las críticas fueron diversas, hubo muchas positivas y ninguna absolutamente negativa pero, ante una obra de tal envergadura y éxito, lo cierto es que las críticas importan muy poco, y hoy casi nadie se acuerda de la mayoría de ellas.
Significado religioso
Una película religiosa es algo tremendamente difícil de lograr..., una obra esencialmente religiosa, aquella en cuyo núcleo temático se expresa el encuentro de lo humano con lo divino, no las que recogen tangencialmente aspectos religiosos. El ramillete de films religiosos (37) es muy escaso, también en la calidad. Ahí estarían los logros indudables de Carl Th. Dreyer ('Ordet', 1954), Robert Bresson ('le journal d'une cure de campagne', 1950), John Ford ('The Fugitive', 1947) o la interesante 'Diálogo de carmelitas'. El carácter religioso de 'The Ten Commandments' fue inequívocamente proclamado en 1959, cuando la Semana Internacional de Cine Religioso de Valladolid la consideró como el máximo esfuerzo del cine para difundir la palabra de dios.
Como señaló, con acierto, Carlos María Staehlin, y no sólo él sino numerosas jerarquías eclesiásticas norteamericanas, el núcleo temático de la película es una intervención directa, visible y palpable de lo divino en lo humano, desde la zarza ardiendo que sorprende y atrae a Moisés hasta el paso del mar Rojo o la entrega de los mandamientos. Deben señalarse así mismo las siguientes características:
a) El protagonista es Moisés pero, por encima de él, se palpa la presencia visible de Dios. Destaca esa impresionante escena de Ramsés derrocado que pronuncia una frase tremenda: Su Dios es Dios.
b) Moisés no es un líder social que busca únicamente la libertad de su pueblo; él actúa como profeta de Dios, y esa referencia se repite varias veces cuando va a entrar en la corte del faraón, como embajador de un Reino, y le preguntan: ¿De qué reino se trata?. El contesta: El reino del Altísimo.
c) En el siglo XIII (a.C.) la religión no era tanto un fenómeno individual como colectivo. La película plasma a la perfección este sentimiento de religiosidad característico de la época; tan solo De Mille se permite una licencia que va más allá de la época, y es presentar algunos momentos de reflexión teológica que convierten el mensaje de la película en universal. Moisés, en un momento, dice: Dios, para ser Dios, ha de ser para todos los hombres; no puede haber un Dios de Israel, de judíos o de egipcios. Dios tiene que habitar en todos los corazones, en todas las almas. Por eso, el profeta Moisés no es sólo el conductor del pueblo judío sino que su mensaje es para toda la humanidad. recordemos la última escena cuando, ya anciano, se despide de su gente en el monte Nebo y proclama: Id y predicad la libertad a todos los hombres.
Frases como esa son las que han hecho interpretar la película a algunos críticos, como el inteligente Ignasi Bosch (38), como una puesta al día de la más agresiva ideología norteamericana.. Hablando de la presentación del héroe bíblico como un héroe americano, Bosch elogia ampliamente la obra y se admira de su perfección e incluso de la limpieza y valor con que, a cara descubierta, se proclama su mensaje. Lógicamente, no podemos estar de acuerdo con esta valoración que, sin embargo, tiene el mérito de su sinceridad. La intención de De Mille en las películas es claramente religiosa y universal, como lo prueba, además, su gran aceptación popular. Otra cosa es que él no pueda dejar de pensar, y hace bien, que se dirige a un mundo moderno, lleno de problemas y vacilaciones; entonces debe incluir una predicación, también un himno a la ley, a la palabra divina, a la libertad, que él reconoce como propias de su tradición nacional, la norteamericana. Evidentemente, si en medio de todas las dificultades y errores se quisiera simbolizar la libertad en una historia nacional, Estados Unidos está mucho más cerca de ello que cualquier otro país del mundo. Cada artista tiene el prefecto derecho a ser honesto patriota o criticar lo que le venga en gana, pero no es bueno confundir la parte con el todo ('The Ten Commandments' es una película sincera y personal) y el trasnochado antiamericanismo de la no menos decadente izquierda cultural ya no es de recibo a la altura del siglo XXI (39).
d) La espectacularidad de la última parte de la película no es gratuita sino absolutamente fiel a la Biblia. El libro del Exodo no es intimista sino épico, y en sus versículos cuando Dios habla lo hace precedido de huracanes, terremotos y fuego. Así, vemos el horrible fin del ejército del faraón o el castigo final de Dathan y sus secuaces.
Por todo ello, la obra es una compleja síntesis de melodrama, aventura espectacular y auténtica y estricta religiosidad. Por todo ello, es una gran obra maestra.
La película
A lo largo de las páginas anteriores se ha dibujado, en gran medida, el contorno y caracteres de esta extraordinaria obra cinematográfica. Muchos escritores prestigiosos como Miguel Marías, Michael Mourlet, Kacques Lourcelles, Mike Munn, George McDonald Fraser, Carlos Aguilar, Carlos M. Staehlin, Pascual Cebollada, Leonard Maltin, Gabe Essoe, Raymond Lee y José Luis Garci han sabido reconocer sus inmensos méritos; otros han reconocido también, discrepancias aparte, sus valores (José María Latorre, Ignasi Bosch...), aunque no faltaron los enemigos tenaces como por ejemplo, Leslie Halliwell, en su poco interesante "Guía de Películas", o los que se refieren cansinamente a la espectacularidad e incluso una presunta superficialidad. 'The Ten Commandments' es una gran película repleta de aciertos y de una complejidad asombrosa.
1. El prólogo se inicia con un fondo religioso y místico: le exterminio de los primogénitos de Israel, el salvamento del niño Moisés y la recogida por la hermana del faraón. Destaca el extraordinario poder pictórico de las imágenes (excelente fotografía de Loyal Griggs).
2. La primera parte de la película es un melodrama desatado con situaciones típicas del género, pero engrandecidas por el carácter mítico de los personajes. Un padre, el faraón, con dos hijos, uno de sangre, arrogante y ambicioso, y otro adoptado, honesto, inteligente y victorioso: quien él elija para sucederle en el trono se casará con una bella princesa. La mujer está totalmente enamorada de Moisés, en tanto Ramsés la desea como posesión, como signo de triunfo. Hay varios momentos inolvidables: ese beso de Yul Brynner a Anne Baxter y ella gritándole: Esto no es un anticipo de lo que vas a tener sino una prueba de aquello que nunca conseguirás; o esa otra asombrosa escena cuasi sádica en la que vemos a Charlton Heston torturado y atado con cadenas, a Anne Baxter abrazada a él, a su cuerpo herido y ensangrentado y, en las sombras, a Yul Brynner triunfante y sabedor de que el poder será irremisiblemente suyo.
3. La parte central de la película vuelve al tono religioso, Moisés, tras saber que él es judío, renuncia a su posición y se marcha con su pueblo; es condenado al exilio y vaga durante cuarenta días por el desierto, hasta que encuentra a un comerciante árabe que le aloja. Conocerá y se enamorará de una de sus hijas, Séfora (Yvonne de Carlo). La escena de la zarza ardiendo en la que Dios revela su nombre (Yo soy Yahvé, el que soy) y le ordena liberar a Israel de las garras del faraón, es la más intimista y religiosa de la película. Destaca el emotivo y bellísimo tema musical de Elmer Berstein.
4. El tercer argumento de la obra es la vuelta de Moisés a Egipto y su enfrentamiento con el faraón; la visualización de las plagas enviadas por Dios contra los egipcios está muy conseguida y logra ese milagro de materializar los sueños e ideas que el espectador se había imaginado al leer la Biblia; tal y como se había pensado así aparecen en la pantalla (40).
También hay momentos culminantes en la línea dramática, como el encuentro de las dos mujeres que aman a Moisés, Nefertiti y Séfora. Esta última había contado sus virtudes frente a la seducción superficial en la hermosa escena de su declaración a Moisés; ahora, el instante del amor físico ya ha pasado y Séfora, con gran dignidad, le dice a su sinuosa rival: Tú le perdiste cuando fue a buscar a Dios; yo le perdí cuando le encontró.
5. La parte final de la película es la apoteosis fascinante de toda la historia, donde se acumulan todos los efectos especiales. Todos los movimientos de masas en una sucesión afortunada de secuencias que dejan atónito a cualquier espectador medianamente sensible al arte de las imágenes.
Pero la película que lleva ya bastante más de tres horas de metraje, no da ningún respiro. Ahora las imágenes se centran en forma paralela en la escritura de Dios, inscribiendo los diez mandamientos, mientras que su pueblo, seducido por Dathan, se corrompe adorando a un becerro de oro y participando en una orgía salvaje de embriaguez y lascivia. (41). Son escenas de gran colorido y vitalidad, magistralmente construidas. cuando Moisés baja del Sinaí con las Tablas divinas y ve a su pueblo corrompido, extiende sus brazos y pide que le sigan todos los que aún confíen en Dios; se vuelve después a los que se han quedado con Dathan y pronuncia unas frases apocalípticas, pero de permanente actualidad: No hay libertad si no es en la ley..
6. El epílogo muestra la ascensión de Moisés a los cielos: ha conducido a su pueblo a la tierra prometida pero él no entrará en ella, limitándose a designar a Josué como su sucesor. Al final de la película un letrero nos recuerda la palabra de Dios y la necesidad de su cumplimiento: Así quedó escrito y así se cumplirá.
La obra ha llegado a su fin, todo ha funcionado a la perfección y manejar elementos tan complejos y diferentes durante 205 minutos no es, precisamente, una tarea sencilla.
'The Ten Commandments' es una película, como ya se ha dicho, intensamente personal. Su estilo barroco, sus diálogos, la concepción de la puesta en escena, que puede ser discutible pero que es fascínente, no estaban de moda propiamente dicho, en la segunda mitad de los 50, y menos en la actualidad en la que predomina el estilo light de seriales televisivos y films para adolescentes; claro, que eso puede decirse de muchos clásicos del cine y, desde luego, la moda y el arte no tienen que ver entre sí. Lo milagroso es que De Mille ha sabido imponer ese estilo, el suyo propio, el que le gustaba, a públicos de varias generaciones que contemplan una forma artística fascinante que ya no se hace. Cuando, en 1972, se repuso en Estados Unidos 'The Ten Commandments', recuerda José Luis Garci que las colas para ir a verla sólo eran igualadas por 'The Godfather', el film de Coppola en su máximo apogeo. Evidentemente, este hecho irrefutable no puede despacharse con perezosos comentarios acerca de erotismo de salón, sermones dominicales, cartón-piedra (que además es mentira) o superficialidad religiosa. Aquí naufragaron desde las erróneas concepciones de un cine religioso, como exclusiva de posiciones atormentadas y existenciales (algunos críticos católicos sólo parecen gustar de tremebundos dramas de conciencia, a caballo entre el agnosticismo y el aburrimiento) hasta el olvido de que el cine es el arte de la imagen, y la imagen es ensueño, atractivo y fascinación, pasando por la crítica politizada para la que un espectáculo de Hollywood era, por sí mismo, algo rechazable.
Del inaprehensible de De Mille a la hora de concebir y realizar sus obras y de 'The Ten Commandments' en particular, tal vez podamos destacar una serie de conclusiones:
a) La lección narrativa o cómo contar una historia sin dejar que ésta decaiga ni un instante. Es el gran secreto del cine.
b) Los efectos espectaculares acompañan y engrandecen, pero no son ni el núcleo ni la esencia de una buena película.
c) La sinceridad y la dedicación suelen dar buenos resultados.
d) Como escribió Julián Marías, no se puede pretender contentar a todo el mundo, ni a quien no quiere contentarse; hay que ser auténtico o personal, aunque después algunos, en su perfecto derecho a la subjetividad, discrepen de la obra realizada. Además, y por último, hay que tener el talento y buenos colaboradores. De Mille gozó de ambos en esta película.
Final del capítulo VIII
Cecil Blount De Mille falleció en la madrugada del 21 de enero de 1959 víctima de un nuevo ataque al corazón. Su familia descubrió, entre sus papeles, una nota que había escrito probablemente el día anterior: El Señor da y el Señor quita. Bendito sea el nombre del Señor. Dentro de poco, en mis funerales, se pronunciarán estas palabras. cuando esas palabras se hayan dicho, ¿qué será entonces de mí? Yo soy aquello que he realizado en mi vida, ¿y cuánto bien he hecho?, ¿cuánto mal he causado?. Después de la muerte, y según lo que haya hecho, lo que reste de mí -un espíritu, un alma, una mente sin cuerpo- habrá de mirar atrás y adelante, porque sólo llevaré conmigo el resultado de mis obras. Es difícil encontrar un epitafio más inteligente, más emocionante y más impresionante.
Los funerales por Cecil Blount De Mille se celebraron en la iglesia episcopaliana de Saint Stephen, el 23 de enero, en una ceremonia oficiada por el reverendo Harry E. Owens. Muchos personajes ilustres acudieron a despedir al gran cineasta: Adolphe Zukor, Samuel Goldwyn, Neil McCarthy, Rusell Treacy, Donald Hayne, Henry Wilcoxon, Henry Noerdlinger, Charlton Heston, Julia Faye, Yul Brynner, Alfred Hitchcock...
De Mille fue enterrado en el panteón familiar del Hollywood Cemetery, entre su hermano William y su madre Beatrice. Su muerte fue noticia de primera página en casi todos los países del mundo (en España aún no se había estrenado 'The Ten Commandments', pero la película se presentaría, con un éxito apoteósico, en noviembre de ese año). El editorial del "New York Times" fue especialmente brillante: De Mille supo combinar el atractivo espectacular de un Barnum con la inventiva cinematográfica de Griffith. La sola mención de su nombre simboliza la energía, la grandeza, el romanticismo y el mundo de ensueño que multitudes de toda lengua y condición querían encontrar, y que él supo hacer posible..
Cecil B. De Mille, Yul Brynner y John P. Fulton
Magnífico libro de Fernando Alonso Barahona, editado por EIUNSA en 1999 y cuyo capítulo 5 está dedicado íntegramente a la película "Los Diez Mandamientos". Este libro al ser de reciente edición, aún puede encontrarse en las librerías.
NOTAS del Capítulo VIII de "Cecil B. De Mille":
(1) Nota de Mariano Bayona: En el Exodo se describen una por una las diez plagas, mientras que en la película, el Jefe de los Sacerdotes de Ramsés, las numera únicamente cuando dice que el pueblo ya ha aguantado la plaga de las ranas, de los piojos, de la peste, etc.
(29) En el artículo Nuestra fe común (Revista Internacional del Cine nº 10. diciembre 1954).
(30) Datos y detalles del formidable estudio de Carlos María Staehlín en Revista Internacional del Cine nº 35, diciembre 1959).
(31) Sobre Filón véase Wolfson, H.A.: Philo: Foundations and Religious Philosophy in Judaism, Christianism and Islamism.
(32) Es interesante la novela de recreación histórica David, el rey, de Pedro Antonio Urbina (Ed. Palabra, 1984).
(33) Durante algún tiempo era común leer que las versiones mudas de 'The Ten Commandments' (De Mille, 1923) y 'Ben-Hur' (Niblo, 1926) eran superiores a sus remakes sonoros. Como era difícil ver las primeras, parecía que era cierto; hoy, cuando en televisión y en filmotecas se han comprado ambas, vemos que no es cierto. Las versiones mudas son notables, pero las sonoras son sobresalientes, entre otras cosas por la colosal presencia de Charlton Heston, ligado a esos grandes papeles para toda la historia del cine.
(34) Hoy, Fraser Heston, es director de cine y ha dirigido a su padre en dos buenos films: 'Treasure Islands' (1990) y 'Crucifer of Blood' (1991).
(35) Moisés es venerado por las tres religiones del libro : judíos, cristianos y árabes.
(36) Munn, Mike: The Stories Behind de Scenes of the Great Film Epics (Argus, London, 1982). Lógicamente, este problema carece de sentido en las versiones dobladas de la película.
(37) Es decir, la religación del hombre con Dios, en la feliz expresión de Javier Zubiri: El hombre y Dios. (Alianza).
(38) Contracampo.
(39) Excluyendo a Ignasi Bosch, es curioso comprobar que algunos críticos que hablaban de agresivas ideologías aplaudían los aburridos panfletos de los países del este, todos ellos dictaduras asentadas en la miseria y la opresión.
(40) Entre otros ejemplos de visualización de lo que uno se había imaginado al leer la novela, al menos en mi caso, destacan las excelentes 'Wutherings Heights' (Cumbres borrascosas, 1939) de William Wyler, 'Blood and Sand' (1941) de Rouben Mamoulian, y 'Oliver' (1968) de Sir Carol Reed.
(41) La orgía del becerro de oro inspira directamente las danzas, también orgiásticas, de 'Soloman and Sheba', de Vidor.
Después de tener terminado este "sitio web" sobre 'Los Diez Mandamientos', me enteré de la existencia de este libro que acabo de comprar y leer y no puedo por menos que recomendarlo desde aquí a todos los interesados en el tema. Se trata de "LIBROS DIRIGIDO. Colección Programa Doble", Barcelona 1999, número 39, que revisa las dos películas: "El Exorcista" (páginas 4 a 69) y "Los Diez Mandamientos" (páginas 70 a 142). El libro está escrito por Angel Comas y siendo de reciente publicación está al alcance de los estudiosos del tema.
En el interior, Angel Comas, además de explicar el guión de la película, analiza otros temas relacionados como la primera versión de 1923, la idiosincrasia de su autor Cecil B. De Mille, el cine épico-religioso-histórico de De Mille, las especulaciones que hubo sobre el rigor histórico de la película y muchas cosas más.
Igualmente, podemos ver 37 fotografías en blanco y negro, 30 de las cuales son de la película y el resto del director o de la primera versión de 1923 y, finalmente, se presenta una fotografía del cartel publicitario que se usó en los cines de España cuando se presentó la película, así como la portada del Disco con la banda sonora de la misma. Como todos los libros de esta colección, altamente recomendado para los amantes del cine.
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Todas las páginas de "Los Diez Mandamientos":
Los Diez Mandamientos 1956 Créditos
Los Diez Mandamientos 1956 1ª Parte
Los Diez Mandamientos 1956 2ª Parte
Los Diez Mandamientos 1923
La Obra Maestra de Cecil B. De Mille
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Miscelanea
Moisés. El vidente del Sinaí
The Ten Commandments
Las películas de Los Diez Mandamientos en Internet
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