La historia de Moisés.La historia de la Libertad.Primera Parte
|
Josué le explica a Moisés lo mal alimentados que están los esclavos hebreos y el príncipe egipcio pregunta si hay grano cerca de allí. Ramsés le dice que el que hay no lo puede tocar porque es para los dioses, pero Moisés le contesta que lo que comen los dioses bien puede ser digerido por los esclavos, ordenando a Josué que le siga con las personas que estaban empujando el bloque de piedra y que vengan mujeres con cestos. Y así, derribando las puertas del templo, Moisés reparte el grano entre los esclavos concediéndoles un día de descanso a la semana. Sethi y Nefertari se hallan jugando en palacio a una especie de juego de mesa y el sumo sacerdote no hace más que incomodar a Sethi por las acciones de Moisés. Se va a celebrar la fiesta del jubileo de Sethi y ha llamado a sus dos hijos. Primero se presenta Ramsés y cuando Sethi pregunta por Moisés, Ramsés le dice que no vendrá pues está muy ocupado. Sethi se sobresalta y decide ir a Goshen para ver qué ocurre. Mientras, Nefertari besa a Ramsés para decirle después que le ha dado a probar lo que nunca podrá conseguir. En el momento en que Sethi llega a la sala de trabajo de los arquitectos, Moisés está dirigiendo el levantamiento de un enorme obelisco. La tensión de la pieza es enorme y se puede quebrar en cualquier momento. El faraón cree que "su hijo" no le presta atención, pero Moisés da la orden de romper las amarras y la piedra empieza a deslizarse en su movimiento de erección. Moisés le explica a Sethi que la tensión de la piedra era tan grande que no se podía dejar para otro momento. Al preguntarle si está satisfecho el Faraón, éste le contesta que del obelisco sí pero no de ciertas acusaciones que se han lanzado contra él. Moisés pregunta quien ha sido y Ramsés las formula una a una poniendo una pesa en una balanza cada vez que Moises asiente:
"¿Es cierto que robaste el grano del templo?" -"Si" contesta Moisés. Nefertari se halla en palacio probándose telas para hacer vestidos para la fiesta del jubileo y para su noche de bodas, pero Memnet ya no puede resisitir y quedándose a solas con la princesa le muestra el paño con que fue envuelto Moisés cuando fue recogido por Bithia y le explica toda la historia. Nefertari va acorralando a Memnet empujándola hasta la galería que hay afuera y desaparecen de la escena oyéndose un grito que sale de la garganta de Memnet. Al rato llega Moisés para visitar a su amada y mientras hablan, una criada de Nefertari les interrumpe y les comunica que han encontrado a Memnet muerta en el patio. Moisés avanza hacia la galería de la estancia encontrando el paño hebreo que había servido a Memnet de prueba y le pregunta a Nefertari hasta que está le confiesa que ha sido ella quien ha matado a Memnet para salvarle pues decía que él era hebreo hijo de esclavos y que fue amamantado por su propia madre, una mujer llamada Yochabel.
Pese a la barrera que esta situación puede abrir entre los dos jóvenes, Moisés acude a las estancias de su madre, de Bithia, y le pregunta si conoce a una tal Yochabel y le muestra la tela hebrea. Bithia hace ver que no sabe nada pero en cuanto Moisés se va de su habitación acude rápidamente a Goshen entrando en la humilde vivienda de Yochabel. Bithia le explica que Moisés se ha enterado y que ella tiene que negar que es su madre. Luego ordena a Aaron y Miriam que recojan las cosas pues quedarán libres y se irán de Egipto, pero en ese momento entra Moisés diciendo: "¿Olvida mi madre que sólo el Faraón puede libertar esclavos?" y al entrar más en la casa se da cuenta de que Yochabel es la mujer a la que él salvó de morir aplastada entre dos bloques de granito. Moisés interroga a Yochabel preguntándole si él es su hijo y aunque Yochabel intenta zafarse, al final, Moisés la coge por los hombres y le dice que mirándole a los ojos le diga que ella no es su madre. Yochabel no lo puede resistir y confiesa la verdad. Sus hermanos Aaron y Miriam se presentan a sí mismos y Moisés les contestá que él es su hermano y no se irán. Aunque Bithia le pide a Moisés que hará más bien desde el trono, repartiendo a todos su bondad y sabiduría, Moisés le dice cogiendo el pedazo de tela hebrea y uniéndola con el que lleva su madre Yochabel: "Esto es lo que me ata aquí y aquí me quedaré para descubrir porqué un hebreo u otros hombres tienen que ser esclavos. Yo no sé que fuerza me obliga a coger nuevo rumbo, pero mis pies ya se hallan en el sendero que debo seguir. Perdóname Bithia." Yochabel alza la cara hacia arriba y dice: "Dios de nuestros padres que señalaste el fin de la dura servidumbre del pueblo de Israel, bendíceme entre todas las madres que existen sobre la faz de la tierra porque mis ojos han visto a tu libertador."
Y el príncipe Moisés se fue a trabajar como un esclavo más a los campos de Goshen donde se mezcla el barro con la paja para fabricar los ladrillos que después se usarán para edificar templos. Es en esos campos donde conoce a Lilia, la aguadora, que no le reconoce al llevar barba. Baka, el Maestro de Obras pasa sentado en su silla levantada por esclavos y decide llevarse a Lilia a su servicio. Un anciano se atreve a protestar harto de ver las injusticas y su vida es segada por un capataz egipcio que le arroja una de las cuchillas que se usan para cortar la hierba. Nadie se atreve a hacer nada pero Moisés se mete en el pozo de barro para coger al anciano en sus brazos, que le dice antes de morir que Dios no ha escuchado sus plegarias. Cuando Moisés le pregunta qué había pedido, el anciano le contesta que sus ojos pudieran ver al libertador antes de morir. Moisés es colocado en el pozo para que ocupe el lugar del anciano, pero llega la princesa Nefertari con la escusa de que anda buscando un remero para su barco y ordena que le traigan a ese esclavo tan sucio que hay en el pozo y de esa forma se lleva a Moisés. Cuando se hallan sólos en su barco, le pide que no sea loco y que vuelva al palacio. Moisés la besa sin poder tocarla con las manos pues las lleva manchadas de barro y le dice que se verán en palacio el día del jubileo del Faraón, pero que antes tiene que arreglar un asunto con el Maestro de Obras. Lilia se halla en casa de Baka y ha sido vestida con las mejores ropas, pero Josué la ha seguido e incendia un carro con paja en el patio de la casa gritando la alarma de fuego de manera que mientras toda la servidumbre acude allí, entra donde está Baka y Lilia y le dice a ésta que escape aprovechando la confusión, pero cuando va a escapar él, es cogido preso por los guardas de Baka que lo atan con los brazos en cruz entre dos columnas dejándolo a solas con el Maestro de Obras quien experto que es en el manejo del látigo le dice que le suplicará que lo mate, pero Josué resiste sin rechistar los latigazos hasta que una de las veces que Baka lanza el látigo hacia atrás, al hacer el gesto para impulsarlo hacia adelante se da cuenta de que alguien le ha sujetado el látigo. Al girarse ve a un esclavo que se le hecha encima y que sujetándolo contra una columna lo estrangula llamándolo Maestro Matarife, por lo que Baka reconoce a Moisés antes de morir.
Josué está asombrado y le pregunta a Moisés que porqué un príncipe egipcio ha matado a otro egipcio para salvar a un hebreo, pero Moisés le contesta que él no es egipcio sino hebreo, a lo que Josué alzando la mirada al cielo da las gracias a Dios reconociendo en Moisés al libertador. Aunque Moisés le dide que él no conoce al Dios de Josué, éste le responde que Dios sí le conoce a él. Todo esto ha sido oído por los atentas orejas de Dathan que se hallaba escondido tras una puerta y cuando momentos despúes Ramsés y varios egipcios más están buscando al asesino de Baka, alguien sugiere que ha podido ser Josué pero Dathan dice que él ha visto quien ha sido, pero demasiados oidos paralizan su lengua. Ramsés hace un gesto para que les dejen a solas y le dice a Ramsés que el asesino ha sido el libertador y después le dice:
"Por diez talentos de oro te daré la seguridad de Egipto. Ramsés está impacientándose y poniéndole una espada en el cuello le dice que harán un pacto. Si lo que dice le satisface le dará lo que pide sin dudar pero sino le hundirá la espada en el cuello. Dathan acepta y le dice a Ramsés que el libertador es Moisés a lo que Ramsés le contesta: " Tendrás que explicarme con más claridad porque Moisés o cualquier otro egipcio querría libertar a los hebreos", "Moisés es hebreo, hijo de esclavos" le contesta Dathan, y Ramsés le dice que la dará todo lo que ha pedido. Es la fiesta del jubileo y Sethi se halla en la sala del trono entre Ramsés y Nefertari, con ellos se halla Bithia y demás cortesanos, así como danzarinas que distraen con sus bailes a los asistentes. En un momento determinado, Ramsés le ofrece como regalo a su padre un frasco. Sethi lo mira pero no hay nada dentro y Ramsés le recuerda que le había dado el encargo de traerle al libertador dentro de una botella si era un mito. Al decir Sethi que el frasco está vació, Ramsés le contesta que el libertador es un hombre al que ha traído cargado de cadenas, tal como se lo pidió. Ramsés hace un gesto y se abren las puertas de la sala entrando Moisés encadenado para asombro de todos los presentes. La cara de dolor y sorpresa de Sethi es enorme, lo mismo que la de Nefertari y de Bithia. El Faraón se pone en pie y le pide a Moisés que se acerque, pues no acepta lo que ocurre pese a que Moisés ha declarado públicamente que es hebreo, hijo de Amram y Yochabel. Cuando Moisés y Sethi están cara a cara el Faraón le dice:
"No me importa quien puedas ser ni lo que puedas ser ni lo que puedan decir de ti, pero, quiero escuchar ahora mismo de tus propios labios que no eres un traidor, que tú no incitas a ese pueblo para que se revele contra mi. Dímelo Moisés y te creeré." Sethi con cara de dolor llama a Ramsés y a Nefertari uniendo sus manos, nombrando a Ramsés como su heredero en el trono y aconsejándole que cuando sea Faraón no tenga amigos, trate con dureza a sus subordinados y no se fie de ninguna mujer. Su grado de desesperación es muy alto y cuando Ramsés le pregunta que tipo de muerte hay que decretar, Sethi le contesta que él no puede hablar y lo deja en sus manos. Finalmente, Moisés sale encadenado de la sala poco a poco mientras se oyen las últimas palabras del Faraón:
"Que el nombre de Moisés quede suprimido de todas los escritos y lápidas." Y se oye un redoble de tambores. "Suprimido también de todas las columnas y obeliscos e igualmente de cualquer monumento de Egipto." Nuevo redoble de tambores.
Otras páginas web realizadas por mi
(C) Copyright Mariano Bayona Estradera - Dolors Cabrera Guillen 1997/2006
|